El M&A es una industria en constante transformación en búsqueda del incremento de la eficiencia en sus procesos y la adaptación a las innovaciones tecnológicas junto con las nuevas demandas de los clientes y tendencias del mercado.
En este artículo, hablamos sobre algunos puntos cruciales en los que aún queda mucho camino por recorrer de cara a optimizar el enfoque, preparación y ejecución de las operaciones.
Además, en el contexto actual en el que la gran liquidez y las oportunidades que existen hacen del M&A una estrategia de crecimiento inorgánico muy atractiva para las compañías y una interesante opción para los inversores, es sumamente importante tener en cuenta todos estos aspectos.
Estos son, en grandes rasgos, los principales retos del sector del M&A:
El sector de la banca de inversión o la compraventa de empresas actualmente sigue siendo muy opaco, en especial en el segmento de las PYMEs, y es necesario un incremento de la transparencia, ya que a menudo la información, o una parte relevante de esta, no se halla disponible ni para empresas ni muchos potenciales inversores, asesores o socios, con lo que se dificulta la originación de oportunidades y la consecución de transacciones.
Asimismo, en el marco de una operación, este asunto es de gran importancia a la hora de definir los objetivos, transmitir las expectativas de las partes, establecer el perímetro de la operación y poder llevar a cabo una negociación exitosa con tal de articular las fórmulas más adecuadas en la transacción.
Es por ello que, tanto antes como después de empezar las negociaciones, la transparencia es un factor clave para el éxito de una operación de M&A, con tal de que se pueda llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes y maximice el valor generado.
En este sentido, es esencial el acceso a toda la información de manera transparente con tal de crear confianza, agilizar los pasos en una operación y evitar sorpresas desagradables que pueden impedir el cierre de una transacción. Además, la transparencia permite que las partes se formen expectativas razonables y acerquen sus posiciones, incrementando las probabilidades de consecución del acuerdo y agilizando el proceso hasta llegar a este.
A pesar de la irrupción de las nuevas tecnologías en las últimas décadas, la industria de la banca de inversión sigue siendo muy tradicional y no se ha modernizado y actualizado al mismo nivel que otros sectores en el ámbito de los servicios financieros.
El hecho de mantener metodologías muy manuales, que conllevan la implicación de un número elevado de profesionales especializados, suponen dilaciones en la operación y honorarios elevados, que pueden ser una barrera para muchas empresas a la hora de plantearse una operación corporativa.
Es por ello que la falta de desarrollo e implementación de soluciones tecnológicas en las distintas fases de la operación y en la manera de organizar los procesos y el trabajo asesores e intermediarios, resulta en ineficiencias que pueden llegar a imposibilitar el cierre de operaciones viables y que aumentan los costes, tiempos y esfuerzo de las partes implicadas de manera innecesaria.
La tecnología permite reducir costes y optimizar el proceso en todas sus fases, desde la originación de acuerdo y la búsqueda de potenciales socios al intercambio de información y due diligence, que tradicionalmente ha sido un proceso largo y tedioso en el que, con el uso adecuado de la tecnología, hay mucho margen de mejora.
Además, recientemente se están desarrollando nuevas herramientas, como por ejemplo, el uso de Inteligencia Artificial para la revisión de contratos, y que podrían llevar al sector a ser mucho más eficiente, reducir costes drásticamente y poder prestar un mejor servicio y más rápido.
En los últimos años hemos visto un crecimiento sostenido de la relevancia de los criterios ESG (Environmental, Social and Governance, por sus siglas en inglés) hasta su extensión de manera cada vez más generalizada entre los distintos perfiles de inversores y estrategias de inversión.
Ello significa que debemos tener en cuenta el impacto medioambiental de las actividades de la empresa, su impacto a nivel social y el funcionamiento del gobierno corporativo de esta, para llevar a cabo una adquisición, fusión o inversión, exigiendo ciertos estándares cada vez de manera más rigurosa.
Este enfoque consiste en mirar más allá de la rentabilidad del negocio de una compañía (sin perder este criterio su papel central a la hora de analizar una posible inversión) para entrar en cuestiones también relevantes desde una perspectiva más amplia, tomando en consideración la posición de la empresa en su entorno, el impacto que tiene en este y los resultados a nivel global, sin limitarse al análisis financiero y comercial tradicional.
Los retos que plantea esta nueva tendencia y su auge acelerado son la necesidad de medir variables más difíciles de cuantificar, en comparación con parámetros financieros, como la sostenibilidad energética o la transparencia y las buenas prácticas corporativas.
Asimismo, los criterios ESG se deben compatibilizar con la búsqueda de la rentabilidad, y ponderar adecuadamente estas distintas vertientes, puesto que este tipo de inversión no significa renunciar a la búsqueda del rendimiento económico, que es el principal objetivo y motivación tras una inversión.
En definitiva, se trata de lograr atender a la demanda de un sector que está en máximos históricos en cuanto a volúmenes de transacciones, y lograr una mayor eficiencia en el proceso. Para ello, es esencial la transparencia y la tecnología, como palancas que permiten llegar antes al acuerdo, satisfaciendo mejor las necesidades de las partes y aumentando las probabilidades de éxito de la operación.