Este producto, más conocido, funciona de una manera más cerrada y con mayores exigencias para el inversor. Para invertir en este producto, el partícipe se compromete a invertir una determinada cantidad de dinero a lo largo de un periodo de tiempo también determinado. Como si lo hiciera por cuotas. Generalmente, estas aportaciones se van haciendo a lo largo de la vida del fondo, que es finita, y que suele durar unos diez años con dos fases de cinco años. Una vez que el fondo cierra posiciones, los beneficios se van devolviendo a los inversores.
Los fondos evergreen, que también invierten dentro del capital privado, son más flexibles, y de ahí el éxito cosechado en los últimos años. En estos vehículos, el inversor no tiene que ir haciendo aportaciones por cuotas, ni comprometerse a invertir una determinada cantidad de dinero, sino que compra una participación a su valor actual (fair value) y puede aumentar o no su inversión en el futuro. La mayor ventaja en estos fondos es que el inversor toma exposición desde el principio.
Además, este tipo de fondos son ligeramente más líquidos que los tradicionales, especialmente la categoría de semilíquidos, en la cual el inversor puede retirar su dinero de forma periódica.
Para verlo más claro todavía, vamos a enumerar las principales diferencias entre ambos tipos de fondos.
En los fondos tradicionales, la exposición es progresiva a medida que los gestores compran participaciones en empresas. A pesar de ser progresiva, el inversor se ha comprometido a desembolsar un dinero de forma periódica. Esto significa que durante un tiempo tiene su dinero parado a la espera de que entre en una inversión, sin recibir rentabilidad.
En los fondos abiertos, desde que el inversor entra en el vehículo tiene exposición y rentabilidad. Además, puede decidir libremente si quiere ampliar o no su posición en el vehículo, sin tener que asumir un compromiso previo.
La permanencia generalmente es de diez años. En los primeros cinco años es cuando se van haciendo las entradas de capital (llamadas de capital o capital calls) y los inversores aportan esas cuotas que hemos mencionado. Mientras que en los segundos cinco años se van cerrando posiciones y los inversores comienzan a recibir su dinero más la rentabilidad generada.
Por el contrario, en los fondos evergreen se dan ventanas de liquidez a las que el inversor puede acudir para recibir una parte de su dinero. Dentro de ellos, están los fondos semilíquidos, en la que el 15% permanece en activos líquidos para darle más flexibilidad a los inversores.
Aquí no hay una respuesta clara, porque depende del tipo de gestión de cada fondo. Hay fondos tradicionales más rentables que los evergreen, pero dejando eso de lado, el MOIC (Múltiplo del Capital Invertido) resulta ser más elevado en los segundos.
Según el análisis realizado por Ralph Eissler, responsable de Análisis de Mercados Privados en Neuberger Berman en FundsPeople, “al examinar los rendimientos ilustrativos sobre una base MOIC, observan que un inversor en el fondo evergreen con un 15% de liquidez genera un MOIC de 3,2x frente a 2,7x en la serie de fondos tradicionales, mientras que el fondo evergreen sin liquidez genera un MOIC de 3,6x. La razón de esta disparidad es que estos últimos están totalmente financiados desde el primer día, lo que permite desplegar la totalidad de los 100 dólares y empezar a componer inmediatamente”.
El futuro para ambos tipos de fondos es prometedor, pues Bain and Company, considera que el crecimiento de los mercados privados avanzará hasta alcanzar un volumen de entre 60 billones y 65 billones de dólares en el año 2032 solamente en los vehículos de inversión. En junio de 2023, la capitalización total de este mercado era de 13 billones. Únicamente en España, y según la CNMV, ya hay más de 300 fondos de inversión que siguen esta operativa.
Bancos tan importantes como JPMorgan han comunicado que los evergreen, junto con la IA, son las dos principales opciones de inversión mundial en 2025.