La reestructuración empresarial es un proceso obligado en cualquier operación de M&A en el que se efectúan cambios significativos en la empresa resultante que pueden afectar a su estructura estratégica, organizativa o financiera.
Causas de una reestructuración empresarial
Al llevarla a cabo, se pretende mejorar su rentabilidad o eficiencia, adaptarla a los cambios del mercado o hacerla más competitiva. Por tanto, supone una reducción de costes, reorganizar su estructura interna o diversificar la actividad.
La reestructuración empresarial difiere según la finalidad. No es lo mismo en una fusión que en una adquisición, por ejemplo. La primera requiere de una reestructuración de concentración que mejore la competitividad, y lo habitual es que se deban reorganizar los equipos y ajustar la plantilla por las inevitables duplicidades departamentales. Por su parte, la adquisición puede tomar diversas formas, como puede ser la ampliación de negocio vía entrada en nuevos productos o servicios, mercados geográficos o tipología de clientes. Lo que sí es seguro que todas pasan por las fases siguientes.
En líneas generales, se distinguen los siguientes tipos, aunque cada transacción requiere de una reestructuración ‘ad hoc’:
Tal y como recogen entre entidades de asesoramiento especializado en M&A, como Lazarus Management o Inverbac, podemos distinguir cinco etapas en los procesos de reestructuración empresarial.
En este momento se realiza un diagnóstico de la situación actual de la empresa. El objetivo es trazar un plan de actuación muy estructurado con la vista puesta en el corto plazo, para lo que se hace un inventario de los recursos que la empresa posee, se analiza su estructura financiera, su grado de competitividad respecto a otras empresas del sector y se valora al capital humano. De esta forma trazar el tipo de reestructuración que será necesario.
Esta fase puede no darse, pues muchas empresas familiares tienen buenos equipos gestores, pero en el caso de apreciarse una gestión deficiente de la organización o porque con la fusión o la adquisición no hay posibilidad de encajar a la cúpula directiva en la nueva estrategia, puede que sea necesario sustituirla para evitar problemas de gestión sobrevenidos que puedan llevar a la desconfianza.
El objetivo de esta fase, estrictamente económica, es optimizar el capital que hay en circulación. Para ello se trata de identificar las áreas que están funcionando bien y dan buenos resultados para determinar las aptas para continuar compitiendo en el mercado y dejar de invertir en aquellas no rentables. En este sentido, pasa a ser importante efectuar un exhaustivo control sobre ingresos y gastos con el fin de evitar mayores costes.
En esta etapa hay que mirar al largo plazo y conseguir que el capital que se ha destinado al crecimiento de la empresa mediante la reestructuración comience su retorno.
Es el momento de activar al máximo la capacidad de producción y ventas, proteger la empresa, concebir planes estratégicos para maximizar los recursos materiales y humanos, etc. Se ha de trabajar en la viabilidad planificada del negocio a largo plazo. Para ello, es importante prestar atención en fidelizar a los clientes y que buscar nuevos, ahora ya con el sello innovador y la nueva impronta. Volver a crecer implica un renacimiento empresarial. Si se hace todo bien y se han tomado decisiones acertadas, en esta fase se produce el retorno de la inversión.
En definitiva, tanto si se aborda una fusión como una adquisición, la reestructuración empresarial es necesaria para garantizar la supervivencia de la nueva compañía. Es un proceso complejo, pero, si ha hecho bien, la empresa resultante saldrá fortalecida.